miércoles, 11 de septiembre de 2013

Sobre la Chilenidad de Isla de Pascua



Con legitimo derecho, muchas personas se están cuestionando muchas situaciones, y lamentablemente, algunos la han emprendido contra la  "chilenidad" de Isla de Pascua, lo que sin dejar de ser válido en la medida que es fundamentado,  lo hacen perdiendo la perspectiva histórica.

Se están confundiendo cosas distintas.


La nacionalidad es una categoría jurídica que nos relaciona con el Estado, nos guste o no, insisto en eso, la "nacionalidad" es un atributo jurídico hacia un Estado concreto, vale decir EXISTENTE...  no existe la "nacionalidad rapanui" porque NO EXISTE el "Estado Rapanui", y no se trata de estar a favor o en contra, solo de constatar un hecho.


Por lo tanto, frente a la "realidad dada", "la situación concreta", el "hecho histórico",  "es lo que hay", o como quieran llamarlo, permítanme invitarles a una reflexión sobre como la Isla de Pascua llegó a ser chilena.


Como partidario de la integración nacional, defensor inclaudicable de la chilenidad de Isla de Pascua, debo reconocer, como ya lo he publicado tantas veces, que hay abusos INTOLERABLES por parte de un grupo de empresarios CORRUPTOS que desde CARGOS PUBLICOS, sirven sus propios deleznables intereses, desprestigiando al Estado Chileno y con ello dando espacio a un emergente sentimiento de antichilenidad.


Les pido que con perspectiva histórica se valore la integración a Chile, los esfuerzos desarrollados por insignes patriotas a nombre de la nación chilena, y se respete y  entiendan las razones de los jefes rapanui, liderados por Atamu Tekena, que ofrecieron la soberanía a Chile.


El siguiente es un extracto de un artículo más largo, publicado primero en la prensa y luego en la página web de la Corporación de Defensa de la Soberanía:


TRANSCRIPCIÓN PARCIAL:

"Si nos preguntas si lo que se ha hecho es suficiente, por supuesto que la respuesta es NO, y un NO bien grande, con mayúscula, pero eso no es lo mismo que haber hecho NADA, si nos remontamos en la historia y retrocedemos a los primeros contactos con los occidentales concluiremos que los Rapanui siempre sacaron la peor parte. Cierto es que su antigua cultura había caído en decadencia, la guerras civiles y el canibalismo habían exterminado a todos los sabios que podían descifrar la antigua escritura y escasamente se conservaron algunos vestigios de la que fuera la civilización más desarrollada del la Oceanía, pero todo ese atraso fue poco comparado con el verdadero “Vandalismo” de los occidentales que mutilaron sus tremendas estatuas, como la expedición del “Topaze” en 1869 para llevar un “Moai Trofeo” al British Museum, o el poetico Monsiur Pierre Loti y compañía en 1872, nada menos que para llevar una cabeza de Moai decapitado (por los franceses) al Museo del Trocadero (Paris), o la destrucción del Centro Ceremonial de Orongo en 1886 por Mister Thomson y Cía., en una expedición del afamado Instituto Smithsoniano. Esto por destacar el “interés científico” por la Isla de Pascua, ya antes habían pasado esclavistas y asesinos norteamericanos (¿Por qué no me sorprendo?) que hacían “tiro al blanco” con los indefensos Rapanui, matando inocentes solo para probar su puntería, y para que hablar de la esclavitud más aberrante iniciada por los norteamericanos en 1804 para “ayudarlos” a cazar focas en el archipiélago de Juan Fernández, para llegar a las flotas de hasta ocho buques peruanos que en feroz carnicería, durante dos años (1862 – 1863), “cazaban” pascuenses para venderlos como “Trabajadores libres” en las haciendas peruanas.


No se trata de saber quien ha hecho más daño para comparativamente regocijarnos con que el nuestro ha sido poco, en estas líneas quiero recordar a aquellos chilenos que a temprana hora levantaron su voz para exigir respeto por la etnia Rapa Nui.

El hito más antiguo que relaciona nuestra Patria con Isla de Pascua es 1770, cuando Manuel de Amat y Juniet, gobernador de los Reinos de Chile y Perú envía una flotilla española que toma posesión de la Isla.

Con ese antecedente, en 1776 el Abate Molina, en su colosal “Historia Natural y Civil del Reino de Chile”, en su capítulo Quinto, dedicado a las “Islas Chilenas”, destaca a Isla de Pascua por sus “monumentales estatuas”.

Estos antecedentes que ligaban Isla de Pascua con Chile fueron reiterados por otros autores, Alexander Von Humbolt (1813), Adalbert Von Chamisso (1816) y el Geógrafo Letrone, quien fue citado por el Cónsul de Chile en Callao, don Tiburcio Cantuarias para impetrar al gobierno chileno que impida el tráfico de esclavos desde Isla de Pascua por tratarse de “Territorio Chileno”. Esto fue escrito a nuestro gobierno, en un documento oficial que se conserva en el Archivo Nacional, con fecha 26 de noviembre de 1863, y reiterado en sucesivos oficios a nuestra Cancillería, sin embargo los políticos de la época no hicieron nada, pero la prensa no guardo silencio, los diarios de Valparaíso, el principal puerto del Pacífico, iniciaron una ardiente campaña por el término del criminal tráfico de esclavos, que sumado a los esfuerzos de los representantes diplomáticos Ingleses y Franceses acabó con tan indigno comercio y permitió la repatriación de los sobrevivientes...."  (CONTINÚA)


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